con su voluntad o en oposición a ella, como lo expresa la Escritura: «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia; a fin de que el hombre de Dios sea adecuado, completamente equipado para todabuena obra» (2 Ti 3:16–17). Es razonable esperar que, después de dos mil años de existencia, la iglesia sepa y entienda exactamente lo que Dios quería que fuese. No obstante, parece ser que lo verdadero
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